Accesorios de cámara (II)

Comenzamos esta segunda entrega llamando la atención sobre un aspecto que en la anterior entrega pasamos bastante por alto deliberadamente: la influencia de unos accesorios sobre otros.
Esto se hará evidente con algo tan aparentemente sencillo como los soportes de cámara. No será lo mismo soportar una cámara solo con su óptica que hacerlo necesitando, además, baterías, grabadores, follow focus o sistemas inalámbricos de transmisión o control, por ejemplo. Vamos a ello.
Texto: Luis Pavía
Soportes fijos: Trípodes
El clásico trípode, conceptualmente idéntico a lo largo de casi toda su historia, tiene hoy en día un abanico de características que debemos conocer para conseguir, como siempre, hacer la elección más adecuada en cada circunstancia. Porque enseguida veremos que las opciones son tan amplias como para resolver prácticamente todas las necesidades que se nos puedan presentar.
Uno de los criterios fundamentales de decisión será la robustez; el peso del conjunto a soportar, sea de cámara o de cualquier otro equipamiento, y, como ya adelantábamos en la introducción, todos los posibles accesorios necesarios.
Lógicamente, el peso del conjunto a soportar determinará la robustez necesaria del trípode adecuado, tanto en las patas como en la rótula o cabezal. La mayoría de los trípodes se componen de estas dos partes. Lo habitual es que las patas dispongan de un alojamiento semiesférico en la parte superior en el que reposa el anclaje semiesférico de la base de la rótula. Este tipo de acoplamiento facilita, además, nivelar directamente la rótula independientemente del terreno donde lo estemos apoyando. Y, de hecho, son habitualmente intercambiables entre las distintas marcas gracias a los diámetros estandarizados en esas semiesferas; siendo 75, 100 y 150 mm los más habituales.
Prácticamente todas las rótulas tendrán algún sistema de amortiguación para facilitar movimientos suaves y fluidos en sus dos ejes, horizontal para panorámicas y vertical para picados o contrapicados. El control se realiza con sistemas basados en la simple fricción, con muelles o con compensadores hidráulicos como sistemas de regulación de esta tensión para compensar el peso. Evidentemente, cuanto más robusta y precisa sea la rótula, mayor será su propio peso. Deberemos tenerlo en cuenta en el momento de dimensionar el trípode.
Volviendo al trípode en sí mismo, además de su capacidad de soportar peso, es importante la rigidez a la torsión. Es decir, que no presente la más mínima flexión mientras se mueve la rótula para no desestabilizar los planos durante cualquier rodaje. En este sentido, el diseño y los materiales juegan un papel fundamental para conseguir una estructura suficientemente rígida y capaz de manteniendo un peso razonable para poder transportar el trípode con relativa facilidad.
Tanto en la rótula como en el propio trípode, el peso vendrá condicionado por el material de construcción. Se puede establecer que; a igualdad de robustez y capacidad de carga tendremos una relación inversamente proporcional entre la ligereza y el coste final.
En este sentido, encontraremos bastantes trípodes que cuentan con un sistema de unión entre las patas como medio adicional para aumentar la rigidez torsional (el cangrejo o spreader en inglés) el cual se suele situar a media altura. En el difícil equilibrio necesario entre robustez y portabilidad, los distintos fabricantes han desarrollado distintas soluciones orientadas a facilitar la maniobra de montaje y despliegue, pero, en definitiva, el propósito es controlar el ángulo de apertura y la extensión de cada pata de la forma más rápida y segura posible.
En función de nuestra necesidad, deberemos encontrar el modelo que resuelva nuestra necesidad de carga y suavidad en los movimientos y que mantenga la robustez y agilidad en el montaje y desmontaje necesarias. Y estas situaciones pueden variar mucho, incluso dentro del mismo proyecto. Así que será complicado (o incluso imposible) encontrar todas las soluciones en una única herramienta.
De ahí que exista tal variedad, que en muchos casos ni siquiera representa trípodes convencionales. Desde minisoportes para trabajar prácticamente a nivel de suelo hasta estructuras articuladas con grandes ventosas habitualmente utilizadas para ser fijadas en los cristales o la chapa de los coches. En definitiva, su propósito es ubicar la cazoleta semiesférica para la rótula en el lugar necesario para el plano que pretendemos lograr.
Una particularidad del trípode es el monopié, que teniendo una funcionalidad muy limitada resulta muy conveniente en determinadas situaciones. Nos permite mantener, a mano, una cierta estabilidad en la cámara sin tener que estar sujetando su peso y ofrece una elevada movilidad sin añadir apenas peso al conjunto. Esta opción, generalmente poco utilizada, resulta útil en aquellas circunstancias en las que la movilidad sea frecuente y la estabilidad poco crítica, ya que ayuda a liberar al operador del peso, pero debe seguir controlando a pulso el equilibrio de la cámara.
Soportes complementarios: brazos mágicos
Se trata de un soporte ligero, con algún tipo de articulación, que facilita adosar pequeños accesorios como monitores o grabadores al conjunto de cámara. De nuevo disponible en una amplia gama de tamaños, pero siempre pensados para cargas relativamente ligeras. Su condicionante es que necesitaremos disponer de algún tipo de anclaje, bien el cuerpo de cámara o en el conjunto de soporte o rig, adosado. Precisamente con esta finalidad muchos fabricantes de cámaras están creando cuerpos con una cierta cantidad de roscas directamente en los cuerpos.
Soportes mecánicos: grúas, dollies, steadycams, easyrigs y sliders
Dentro de este apartado comentaremos todos aquellos elementos que, de forma complementaria a los trípodes y sus cabezales y con su ayuda o sin ella, también resultan útiles para soportar o mover de forma controlada la posición de cámara. Estos se caracterizan por pertenecer a ese grupo de accesorios que compaginan funciones con otros accesorios para maximizar su versatilidad y eficiencia.
Las grúas son los dispositivos que articulan un brazo rígido sobre un soporte, con la cámara en un extremo y un contrapeso en el otro. Permiten desplazar la cámara con un radio de giro constante y mayor o menor respecto a su punto de apoyo en función de la longitud del brazo. Esta longitud de brazo suele ser de uno o dos metros, pero puede alcanzar más de diez. La grúa permite modificar la posición de la cámara mientras que el movimiento de la cámara sobre su propio eje dependerá de las características del cabezal. Este es uno de esos casos en los que el peso de la cámara no se incrementa, sino que se multiplica al considerar el peso de su accesorio más el del contrapeso. Solo las grúas más pequeñas se montan sobre un trípode, mientras que las más grandes lo hacen sobre soportes propios dimensionados adecuadamente.
Avanzando un poco más, la dolly básica sería la estructura de tres brazos del trípode con el añadido de unas ruedas para poder desplazarse. Las ruedas pueden ser frenadas, lógicamente, y ofrecen plena libertad de movimiento, aunque precisan de una superficie lisa y regular para desempeñar su cometido de forma óptima. De otra forma servirán de ayuda para desplazar la cámara, pero no se podrán utilizar para hacerlo mientras rodamos.
También existe la posibilidad de hacer que las ruedas se desplacen sobre distintos tipos de railes. Esto hará que este desplazamiento sea mucho más suave y fluido y será apto para utilizar como movimiento del punto de vista durante el rodaje. En este caso, tanto el raíl como las ruedas deben ser compatibles entre sí.
Queremos llamar ahora la atención sobre la posible combinación de raíles, dolly, trípode, y grúa. Esta combinación conseguirá impresionantes puntos de vista en movimiento para nuestra filmación, aunque siempre estarán limitados por la longitud y la horizontalidad del raíl, y la longitud y capacidad de carga del brazo de la grúa.
Para evitar muchas de estas limitaciones, el sistema steadycam consiste en un arnés que abraza al operador para proporcionar libertad de movimiento. El arnés soporta un brazo, corto y articulado, que amortigua y estabiliza los movimientos de la cámara colocada en un sistema de equilibrio en el otro extremo. La ventaja de este sistema es la gran libertad de movimiento que concede y su inconveniente el elevado peso del conjunto. Este hecho impone una gran exigencia física al operador.
Los sistemas de tipo easyrig, o soporte fácil, son una simplificación del steadycam. En este caso, el arnés es prácticamente una mochila con un brazo por encima y hacia adelante de la cabeza del operador. De este brazo sale un cordón del que se cuelga la cámara. Si bien este sistema no ofrece el mismo nivel de estabilización que el steady, su ligereza y comodidad lo hacen adecuado para otras muchas situaciones, sea porque es más fácil prolongar el tiempo de uso o por lo económico de la solución.
En cualquier caso, siempre que hablamos de “rigs” nos referimos de forma genérica a todos aquellos elementos que nos permiten soportar la cámara en cualquiera de sus modalidades. Incluyen desde simples barras portafiltros o cajas con asas hasta sofisticados sistemas cargados de funcionalidades.
Cerramos este apartado con los sliders. Con este nombre identificamos a los pequeños railes que nos permiten desplazar cámaras compactas y ligeras, del estilo de las DSLR con las que también se rueda desde hace algunos años, en distancias cortas de alrededor de un metro o menos. Son estructuras ligeras que imitan, a pequeña escala, los movimientos de un conjunto de raíl convencional, pero ofreciendo una alta portabilidad y facilidad de montaje. Se utilizan apoyados sobre cualquier superficie firme, o sobre dos trípodes. También existen modelos que incluso ofrecen una longitud de desplazamiento suficiente montados sobre un único trípode.
Soportes electrónicos: Cabezas calientes y gimballs
Elevando el nivel de sofisticación, funcionalidad y versatilidad, nos encontramos con sistemas de soporte y equilibrado que cuentan con ayudas electrónicas.
Conceptualmente, una cabeza caliente es una rótula que nos permiten mover la cámara mediante servomotores. Y este concepto nos abre un mundo de posibilidades: desde la operación a distancia, como la que podríamos precisar en la punta de una grúa, hasta la memorización de posiciones precisas para repetir tomas o encuadres con precisión. En un paso más, el sistema de posicionamiento se podría utilizar para intercambiar datos con los sistemas de estudios virtuales y mantener la coherencia al integrar contenidos reales con escenas generadas por ordenador.
Y en cuanto a los gimballs, son sistemas de estabilización que, también mediante la utilización de un conjunto de servomotores, son capaces de compensar de forma muy ágil y precisa los movimientos del cabezal para mantener la cámara con la máxima estabilidad.
Buen ejemplo de una mezcla de elementos son las cámaras montadas en una grúa instalada en el techo de un coche, en el que el gimball y la cabeza caliente pueden ser una misma pieza e, incluso, el brazo de la grúa ser controlado en remoto desde dentro del propio coche.
Como vemos, todos los elementos de soporte se pueden combinar para dar solución a prácticamente cualquier necesidad que debamos afrontar. Solo dependerá de nuestro conocimiento, de nuestra imaginación y de nuestra capacidad de diseño dar con la solución.
A partir de aquí añadimos elementos que, teniendo aplicación en distintos entornos, son de aplicación mayoritaria en entornos de tipo broadcast.
Intercoms
Como su propio nombre nos permite adivinar, estos sistemas están diseñados para permitir la intercomunicación entre los distintos profesionales involucrados en una producción. Mientras que la comunicación se produzca dentro de un estudio, por ejemplo entre realización y operadores, lo hará mediante un sistema cableado sencillo y siempre eficiente.
Pero cuando hay que mantenerse en contacto con más personas del equipo que están en movimiento hay que recurrir a comunicaciones inalámbricas. En función del tamaño del equipo y de las necesidades de producción, sobre todo si requieren sistemas de microfonía inalámbricos, hay que manejar sistemas que no interfieran de ninguna forma ni por interferencias ni por intermodulación con el resto de la tecnología.
Y si bien existen walkie-talkies que nos permiten mantener la comunicación con un coste reducido y frecuencias abiertas, acabarán produciendo una situación bastante más delicada de lo que parece a primera vista. El modelo se complica cuando nos encontramos en un evento en el que se están produciendo múltiples situaciones de comunicación en paralelo. Cada una de esas comunicaciones, además, debe ser privada y segura. En este caso es completamente desaconsejable el uso de sistemas abiertos. Porque, por una parte, no queremos molestar a nuestros colegas de otros grupos de trabajo, pero, por otra, seguramente tampoco querremos que personas ajenas puedan escuchar nuestras conversaciones.
La adecuada combinación entre claridad, fiabilidad, versatilidad, seguridad y privacidad es la que deberá determinar nuestra elección final.
Monitores
Como complemento a los monitores auxiliares de rodaje mencionados en la primera parte de este especial sobre accesorios de cámara, existe una gama más amplia y con diversos usos para cubrir las distintas necesidades en un entorno de producción.
Así, nos encontramos con monitores para cámaras de directo, que reciben retorno de producción y permiten ver, no solo el plano que estamos dando, sino que nos muestran nuestro estado de previo o en el aire, intercom e, incluso, ver la señal de salida del mezclador, independiente de nuestra cámara.
Por otro lado, en realización se precisan distintos tipos de monitores. Desde meros monitores de presencia de señal, útiles para asegurar las señales que llegan por la distintas vías; los de producción necesarios para analizar la imagen con el detalle suficiente para corregir cualquier posible deficiencia; y los de máxima precisión cromática, modelos especializados para hacer los ajustes finales de color con la máxima precisión posible.
Además del entorno broadcast, pensando en producciones del tipo de las series que también se realizan con frecuencia rodando en formatos raw, es importante que los monitores permitan interpretar esta señal aplicando tablas de traducción de color (LUTs), pero dejando que la misma señal progrese hacia otros monitores sin interpretar. Esta característica puede ser necesaria para aplicar distintas tablas de color con distintas finalidades.
Columnas hidráulicas
En realidad, se pueden considerar una variante muy específica de los trípodes. Son elementos muy pesados que permiten soportar las grandes cámaras y ópticas de estudio. Son capaces de ajustar su altura con un sistema hidráulico, del que toman su nombre, pero ocupan un espacio de suelo muy inferior al que ocuparía un trípode con sus mismas características de solidez y capacidad de carga.
Se utilizan, prácticamente en exclusiva, en estudios de televisión y, aunque cuentan con ruedas, estas no se suelen utilizar para hacer movimientos de cámara.
Iluminación
Hemos dejado, para finalizar, otro de los apartados con contenido suficiente como para hacer varias enciclopedias.
Las características principales giran alrededor de su tipo, su potencia, su precisión cromática, su tamaño y su tipo de alimentación, quedando en segundo plano otras características como su capacidad de ajuste de color.
Actualmente, la mayoría de los sistemas de iluminación ya están basados en tecnología led. Incluso existen lámparas de calidad que permiten reemplazar, en muchos casos, las más antiguas y más convencionales por sus equivalentes en led.
El tipo hace referencia a la configuración de la fuente de luz: los fresnel, ventanas, etc. También debemos tener en cuenta sus distintas colecciones de modificadores: aletas, palios, etc.
Pensamos que, más allá de su configuración física, la característica más importante es la precisión cromática. Se entiende como tal la uniformidad de color entre distintas unidades. Eso se tiene en cuenta al utilizar múltiples unidades y que no expongan irregularidades en el color de la luz proporcionada, normalmente blanca. Y precisamente estabilidad y uniformidad es donde reside la gran diferencia entre las marcas reconocidas y las de coste muy reducido.
La potencia vendrá determinada por la cantidad de luz necesaria en el volumen a iluminar y la cantidad de unidades en función de las direcciones que precisemos iluminar. La potencia tendrá un impacto directo en el presupuesto por la cantidad de unidades y la potencia de cada una de ellas.
El tamaño físico implica, directamente, el tamaño de la ventana de luz y su portabilidad, característica a tener en cuenta según nuestras necesidades de producción. A mayor tamaño, mayor suavidad pero menor capacidad de dirigir la luz, y viceversa.
La alimentación también resulta decisiva en función del entorno de uso. Si pretendemos utilizar iluminación en localizaciones, necesitaremos unidades que puedan funcionar con baterías. Estas serán, mayoritariamente, de tamaño y consumo reducido. Pero también podemos disponer de alimentación, ya sea de la red eléctrica o a través del despliegue de nuestros propios generadores, llegado el caso.
Por último, la capacidad de ajuste de color puede ser nula; contando siempre con una temperatura de color fija que podremos modificar a base de filtros; o ajustable entre blancos más fríos o más cálidos. Pero los más sofisticados no solo son capaces de generar una amplia gama de colores sino que cuentan con patrones previamente programados que facilitan la simulación de ambientes como, por ejemplo, la luz procedente de una hoguera o una pantalla de televisión.
Cerramos aquí esta recopilación esperando haber cubierto el objetivo de dar una visión muy generalizada y sabiendo que, precisamente esa perspectiva general en una extensión contenida, limita la profundidad con la que se ha tratado cada apartado.