Canon EOS C500 Mark II. Modularidad + flexibilidad + eficiencia = versatilidad C500.

Es muy sensato empaquetar la última tecnología en un cuerpo de cámara, pero hacerlo cuidando el diseño y el concepto para ofrecer la máxima adaptabilidad y versatilidad, convierte el resultado en una destacada herramienta de creación.
Laboratorio realizado por Luis Pavía
La Canon EOS C500 Mark II que hoy traemos a nuestras páginas se presentó el otoño pasado, facilitando que sus principales características ya sean bastante conocidas a nivel general. Así que, como en otras ocasiones, trataremos que proporcionar esa visión que va un poco más allá de las meras especificaciones, y que nos permita conocer todos los detalles necesarios para decidir los encargos para los que ésta será la “cámara perfecta”.
Conocido es nuestro criterio de que la “cámara perfecta” no existe, pero sí creemos firmemente en el conocimiento y la habilidad del profesional para elegir la herramienta idónea para cada trabajo. Y para eso necesitamos conocer no sólo la colección de características, sino todo el conjunto de factores que inciden en esta decisión.
De partida, sus características técnicas la sitúan en un nivel muy alto dentro de la gama de cinematografía de Canon, contando incluso con alguna mejorada respecto a la C700, su hermana mayor. No es la primera vez que nos encontramos con que una “hermana pequeña” supera en algunos aspectos a sus mayores, simplemente por el vertiginoso avance de la tecnología. Pero no nos equivoquemos: no hablamos en general, sino de alguna característica concreta que resaltaremos en su momento.
Repasando sus características más significativas, destacamos el mismo sensor de la C700, un rango dinámico de 15 f-stops, el estabilizador integrado de 5 ejes, la grabación RAW (light) interna y el excelente sistema de autofoco, para ubicarla sin dudas en la gama media-alta de equipos de cinematografía digital. Aunque por supuesto que hay mucho más que esto, y es lo que iremos desmenuzando a lo largo de este análisis.
También pondremos atención en el diseño, porque es uno de los aspectos que también entendemos decisivos y que no se puede medir con números. Nos parece importante porque incide directamente en los usos para los que la cámara pueda resultar más adecuada. Y no hablamos sólo de diseño físico, sino de todo lo relacionado con su uso y posibilidades.
Comenzando con el sensor, nos encontramos con el mismo de tipo Bayer y tecnología CMOS full frame con un recuento de 6062 x 3432 pixel en una superficie activa de 38,1 x 20,1 mm. Las dimensiones realmente utilizadas variarán en función del formato seleccionado para grabar. Como ejemplo, se utilizarán 5952 x 3140 píxel para los formatos 4K y 2K, ó 5580 x 3140 píxeles para los formatos UHD y HD. Es decir, que el aprovechamiento del sensor en los modos de full frame cuenta con un extra de resolución que se deja notar.
Que la resolución del sensor sea superior al del formato que se registra aporta ventajas significativas, porque la imagen resultante es más limpia y nítida; y porque a igualdad de otras condiciones, el ruido es menor. Como era de esperar, también se cuenta con un formato de grabación que recoge píxel a píxel la capacidad máxima del sensor: 5952 x 3140, permitiendo reencuadres posteriores sin pérdida de resolución.
El siguiente elemento que incide directamente en la imagen es el procesador. Así como es habitual hablar de tamaño físico y resolución del sensor, este es uno de esos elementos del que no se habla con frecuencia, pero cuyo rendimiento es determinante. Su función es comparable a la de un pequeño ordenador que se ocupa de procesar todos los datos que proceden del sensor antes de registrarlos en las tarjetas de memoria. Por ejemplo, es directamente responsable de los algoritmos de interpolación que realizan la conversión de la señal Bayer en una señal RGB. En este caso el resultado es excelente.
¿Y si hablamos de RAW? Teóricamente, en este caso no tendría mucho que aportar ya que la señal RAW, por definición, es el volcado en bruto de los datos del sensor. Pero en el caso que nos ocupa también tiene su aportación, ya que nuestra C500 MkII es capaz de grabar internamente un formato RAW “light”.
¿Qué significa esto? Que normalmente son necesarios sistemas de almacenamiento con una elevadísima capacidad de transferencia sostenida para poder transferir el ingente volumen de datos que se genera con una imagen de vídeo. Estos suelen ser dispositivos externos, muy específicos, y con impacto en el coste de producción. Por otro lado, la forma tradicional de reducir ese volumen son los distintos tipos de procesado y compresión que dan lugar a los diferentes formatos de grabación a los que todos estamos acostumbrados.
Por hacernos una idea, una sencilla imagen UHD a 25p y 8 bits genera 4.976.640.000 bits por segundo (3840 x 2160 píxel x 25 fps x 8 bits por canal de color x 3 canales de color). Casi 5.000 millones de bits por segundo, que ascienden a más de 12.000 millones (12.740.198.400) subiendo hasta 4K a 60p y 10 bits. Si bien estos son datos teóricos, de una forma u otra este es el orden de magnitud del volumen de información que deben manejar ininterrumpidamente los procesadores para poder interpolar, comprimir, transferir, etc. mientras permanecemos grabando.
En este caso, y gracias a las capacidades del procesador DIGIC DV7 que incorpora, Canon ha encontrado el punto de equilibrio necesario para poder registrar en tarjetas CFexpress un formato propio CinemaRAWLight con tasas de transferencia de hasta 1 Gbps, ó 2,1 Gbps para frecuencias de 120 fps. Estos son más de 1.000, o más de 2.100 millones de bits por segundo, respectivamente.
Pero no sólo la resolución es importante. La profundidad de color también resulta decisiva, especialmente en proyectos en los que la postproducción juegue un papel importante. Recordando que cada bit adicional nos duplica la precisión en la reproducción de color por canal, es posible contar con profundidades de color de hasta 12 bits. Esto son más de 68.000 millones de colores (4.096 por canal), absolutamente indistinguibles para el ojo, pero convenientes para ofrecer enormes posibilidades de etalonaje, y necesarios para evitar cualquier tipo de artefacto tras intensos procesos de postproducción.
Una muestra de sus elevadas capacidades viene dada por la compatibilidad de la cámara con el sistema de color ACES, permitiendo la importación directa de las imágenes capturadas en sistemas compatibles.
Combinando sensibilidad, profundidad de color y capacidad de proceso, llegamos a otro de los aspectos importantes a considerar en los equipos: el rango dinámico. Para mejorarlo, los distintos fabricantes utilizan sistemas que permiten ampliar el rango registrable: las conocidas curvas de gamma. Como era de esperar, este equipo es plenamente HDR, consiguiendo en el caso de usar la curva Canon Log 2 un registro superior a 15 diafragmas (f-stops).
Para facilitar la visualización y la gestión de este tipo de imágenes especialmente durante la captación, la cámara dispone no sólo de los perfiles de conversión de color en visualización (LUTs) más habituales, como 709, Cinema y BT2020, sino que el usuario puede crear y cargar hasta 15 LUTs propias, siendo viable incluso aplicar distintas tablas de conversión a las distintas salidas simultáneamente.
¿En qué se traduce todo esto? En que esta cámara nos ofrece un auténtico plus de versatilidad y es perfectamente apta para producciones con un alto nivel de exigencia. Todas las cámaras nos ofrecen distintos formatos para grabación interna, tanto en resolución como en compresión, siempre con algún tipo de compresión. Algunas también ofrecen una salida directa de sensor para poder grabar formatos RAW sin compresión en dispositivos externos. Y nuestra C500 MKII ofrece, además, esa posibilidad de un RAW “aligerado” sin necesidad de dispositivos externos y manteniendo una excelente resolución de 5,9K.
Lógicamente, en función del objetivo de nuestro proyecto, este formato podría no llegar a ser suficiente en sí mismo, pero desde luego que supone una mejora respecto a los formatos habituales, ofreciendo una opción más a la hora de trabajar sin necesidad de vernos obligados a aumentar nuestra inversión. Y contando también con las máximas posibilidades para un dispositivo externo si se diese el caso.
Para hacernos una idea del resultado final, a 2,1 Gbps en una tarjeta CFexpress de 512 Gb podremos almacenar hasta 30 minutos de vídeo en formato CinemaRAW Light de 5952 x 3140. Reduciendo la resolución a 4K y la tasa de transferencia a 1 Gbps, este tiempo aumenta hasta los 65 minutos. Y para un 2K de 250 Mbps el tiempo alcanza los 256 minutos.
Además de este formato, también es posible grabar en XF-AVC/MXF con un amplio abanico de velocidades de transferencia. En estos casos, y en función de las distintas combinaciones de resolución / tasa de transferencia, los tiempos de registro que alcanzaríamos en la misma capacidad de tarjeta variarán entre los 79 minutos para un 4K de 10 bits en 4:2:2 de 810 Mbps, y los 401 minutos para un 2K de 160 Mbps.
Como no podía ser menos en un equipo de este nivel, contamos con dos ranuras CFexpress que se pueden configurar para grabación en paralelo (para contar con una copia de seguridad instantánea) o en relevo (para grabaciones de duración teóricamente infinita). Existe una tercera ranura de tipo SD/SDHC, para almacenar proxys de vídeo, fotografías de resolución 2K/HD, compartir datos de configuración y facilitar actualizaciones.
Pero no sólo las características numéricas son las que inciden en la versatilidad. El diseño es otro de esos aspectos a los que en ocasiones no se les presta atención suficiente. Y no sólo estamos aludiendo al diseño físico, sino también al diseño conceptual con todas sus implicaciones, como veremos enseguida. En cuanto al físico, nos encontramos con el tipo que se ha ido generalizando en los últimos años y que nos encanta: una “caja” que alberga el sensor con su electrónica y el mínimo de elementos imprescindibles, como montura de óptica, tarjetas de memoria, batería y botoneras. Y sobre ella, adosamos todos los elementos necesarios terminando de construir nuestra cámara en función de cada necesidad.
Pero no todas las cajas son iguales y en este caso parece que, de nuevo, la ligereza y la versatilidad han sido los factores más cuidados para conseguir un resultado diferencial. Es más, el concepto de modularidad se ha llevado un poco más allá de lo habitual, con alguna característica distintiva como la facilidad de cambio de la montura del objetivo por parte del propio usuario.
Existen tres opciones disponibles: la habitual montura Canon EF, la montura EF Cinema Lock que permite montar y desmontar la óptica girando solamente el anillo de anclaje, de la misma forma que en la tradicional montura PL, que resulta ser la tercera opción a nuestro alcance. Así, es posible disponer de un abanico de ópticas más amplio añadiendo a las gamas de ópticas estándar y Prime Cinema EF de Canon todas las PL. Esto incluye las Cooke/i. Más todo el extenso rango de ópticas B4 mediante el uso del adaptador correspondiente.
Siguiendo la trayectoria de la luz una vez que ha atravesado la óptica, nos encontramos con los filtros ND de 2, 4 y 6 pasos, que se pueden extender con dos niveles adicionales 8 y 10 gracias a la combinación con un segundo filtro ND.
Y llegamos de nuevo al sensor, con el que sorprendentemente aún no habíamos terminado. Además de los modos full frame, también es posible grabar con los dos modos de recorte disponibles en los que no se utiliza toda la superficie del sensor: Super 35mm y Super 16mm. Estos modos no sólo optimizan el uso de ópticas diseñadas para estos formatos, sino que permiten replicar el aspecto de imágenes grabadas con otro tipo de cámaras, reforzando la versatilidad y aplicabilidad de nuestra herramienta.
Todavía con el sensor, y éste es un aspecto favorablemente diferencial respecto a su hermana mayor, cuenta con una novedosa estabilización de 5 ejes, que combinada con el intercambio de datos con las ópticas compatibles, proporciona unos resultados sobresalientes. En el caso de utilizar ópticas que no proporcionan esos datos, se puede introducir manualmente la distancia focal de la óptica en uso, de forma que el sistema de estabilización rinda al máximo de sus posibilidades.
En cuanto las frecuencias de cuadro, recomendamos acudir a las tablas de compatibilidad dada la enorme cantidad de combinaciones factibles y que, como es lógico, no todas están disponibles en todos los formatos. Resumiendo, en prácticamente todos los casos se cuenta con 15 a 60 fps para frecuencias de 59,94P/29,97P/50,00P/25,00P. Que se extienden de 12 a 60 fps para frecuencias de 24,00P/23,98P. Y que por otro lado pueden subir hasta 120 fps cuando la resolución de imagen es 2K o inferior.
El rango en valores de ganancia que se pueden manejar es enorme: desde -2 hasta +42 dB en modo normal, y desde -6 hasta +54 dB en modo expandido. Si trabajamos con valores de sensibilidad el rango es equivalentemente enorme: entre 160 y 25.600 ISO en el modo normal, y entre 100 y 102.400 ISO en el modo expandido. Y aquí, ante la pregunta de siempre: ¿hasta dónde se puede grabar sin ruido? la respuesta de siempre: ¿cuál es tu nivel de exigencia para el trabajo que tienes entre manos?
Para cerrar lo relativo al sensor, procesador y registro en tarjetas, sólo nos quedan dos características que añadir: La primera que es compatible con ópticas anamórficas de factores 1,33x y 2,0x. Y la otra que la disponibilidad de una función de prerecording que, una vez activada, permite conservar los 3 ó 5 segundos anteriores al momento de pulsar el botón de grabación, intervalos seleccionables mediante menú.
Volvamos al diseño físico para seguir poniendo énfasis en la versatilidad. En el propio cuerpo existen 15 botones personalizables, una rueda para el iris, otra de selección de opciones y un pequeño joystick, roscas para adosar accesorios y conectores. Estando todos accesibles y bien posicionados, además de los propios de la empuñadura, el concepto de adaptabilidad y manejabilidad es inequívoco. Este concepto está reforzado con características como que la pantalla sea un elemento independiente o que el visor de ojo sea opcional, que la empuñadura y su colección de funciones sea un elemento prescindible sólo con una rosca y un pequeño conector.
Y vamos un paso más allá cuando descubrimos que existen opciones independientes como un visor de ojo, o dos tipos distintos de extensión de conexiones para no saturar el cuerpo con elementos innecesarios en función del tipo de uso que pretendamos. Atención, esto no significa que precisemos extras para utilizarla. De hecho, el cuerpo cuenta con dos entradas XLR y una mini 3,5mm para audio, una mini 3,5 salida de audio, salida de vídeo HDMI, entrada USB y 4 conectores BNC independientes para salida de monitor, salida 12G-SDI, entrada/salida de código de tiempo y salida de sincronismo. Además del conector propietario para las pantallas de visualización, sea la estándar LM-V2 suministrada o alguna de las opcionales.
El equipamiento suministrado con la cámara es el suficiente para comenzar a trabajar con ella sin dificultad, incluye una pantalla táctil de excelente calidad (en la que sólo echamos de menos un parasol), una gran asa con más roscas y zapatas, batería de buena capacidad, cargador/alimentador. Aunque aconsejamos comprobar con los distribuidores, dado que distintos mercados podrían ofrecer distintos contenidos en el paquete básico. Sólo para determinados usos será necesaria la conectividad adicional que aportan las dos opciones disponibles.
Otro aspecto donde hemos encontrado avances respecto a la C700 es en el consumo, ya que la batería BP-A60 suministrada de serie ha proporcionado en la C500 bastante más de una hora de uso real, estimando que en grabación continua podría llegar a superar las dos horas de uso sin ninguna dificultad.
Pero vayamos ya con nuestras impresiones. Si tuviésemos que analizar su versatilidad, descubriríamos una combinación de modularidad, flexibilidad y eficiencia, enlazadas a base de equilibrio.
Nos ha resultado una cámara que ofrece una calidad de imagen extraordinaria, muy adecuada para una gran cantidad de usos, y en la que diríamos que está más concebida pensando en un único operador o un pequeño equipo. Seguramente esa es la mayor diferencia con su hermana mayor C700, que nos parece más orientada a producciones con equipos humanos más grandes a su alrededor. Hemos llegado a esta conclusión basándonos en algunas de las características que no hemos mencionado deliberadamente hasta este momento para no ser repetitivos.
La primera y que nos parece más significativa es el sistema de autofoco. Es incuestionable que en una producción de gran formato, donde todo lo que va a suceder está predeterminado, y en la que contamos con un asistente dedicado exclusivamente a esta tarea, el resultado narrativo que se puede conseguir es inigualable. Pero resulta que estas no son siempre las condiciones disponibles. Existen otras muchas otras situaciones en las que necesitamos obtener resultados sin contar con todos estos recursos.
Combinando distintas tecnologías y herramientas de ayuda, resulta especialmente fácil lograr que nuestras imágenes tengan el plano de foco, el centro de atención, donde nosotros decidamos. Tradicional-mente los sistemas de autofoco no han sido los favoritos porque era “la cámara” quién decidía dónde enfocaba, en base a una serie de criterios como contraste o luminosidad, aunque esos sistemas eran cada vez más rápidos y precisos a la hora de enfocar. Al igual que nosotros mismos, seguro que muchos lectores también han vivido la época de usar el enfoque en modo manual para no perder el plano de foco, pero cerrando plano para usar la función “Push AF” y reencuadrando antes de grabar como método de trabajo. Pero eso ya quedó atrás.
En primer lugar, confirmar que gracias a la tecnología de detección de fase dual pixel CMOS disponible en nuestra C500 MKII, la función de autofoco es extremadamente rápida y precisa. A esto le añadimos varios modos de funcionamiento: en primer lugar nos encontramos con ayudas para el enfoque en modo manual como la guía de enfoque, que no sólo muestra el objeto enfocado, sino que nos da una referencia visual de desviación de plano focal hacia adelante o atrás.
Entre los modos automáticos, el enfoque de seguimiento nos permite seleccionar un objeto en la pantalla táctil, ocupándose la cámara de mantener el foco en ese objeto. El nivel siguiente es el autofoco de prioridad facial, en el cual la cámara utiliza un sistema de detección de caras para priorizar el enfoque a las caras de las personas, y mantenerlas a foco siempre que haya alguna en plano. Un nivel más y nuestra cámara enfocará exclusivamente a las caras, y no a objetos, permitiendo que nuestro protagonista salga de encuadre y vuelva a entrar sin cambiar plano de foco.
Lógicamente, combinando ambas será tan sencillo como seleccionar una cara en pantalla para hacer que el enfoque siempre esté en la cara seleccionada, aunque haya otras en encuadre. Por si todo esto fuese poco, es posible personalizar mediante menú el control de comportamiento del sistema de autofoco, ajustando la respuesta de seguimiento y la velocidad de ajuste, aunque esta función requiere determinadas características de compatibilidad en los objetivos.
También facilitando la vida del operador, además de los marcadores de zebra y peaking, contamos con monitor de forma de onda interno/externo (sólo en algunas salidas) y falso color para evaluaciones precisas de exposición.
Llegando al menú, a primera vista impresiona. Nos parece que está muy bien organizado y su presentación es simple y clara, pero con tal cantidad de opciones, sub-opciones y posibilidades que recomendamos dedicarle un tiempo antes de lanzarnos a rodar. Y, desde luego, utilizar la opción de menú personal para tener un acceso rápido a una lista reducida con aquellas opciones que necesitemos modificar con más frecuencia.
Se agradecen especialmente algunas características que también contribuyen a crear de forma muy eficaz una imagen de alta calidad cuando nuestro proyecto tiene unos tiempos de postproducción muy ajustados o inexistentes. En este caso, destacamos una buena cantidad de opciones para suavizar el detalle en los tonos piel y otra igual de amplia para hacer una reducción de ruido selectiva. En estos casos, la señal quedará ya registrada con las condiciones establecidas, facilitando que el proceso posterior cuente ya con algunos pasos avanzados.
Antes de finalizar destacamos algún otro detalle que nos ha gustado especialmente, como la rapidez de encendido. Es sorprendente que la cámara esté completamente lista para grabar después de sólo unos 4 segundos de encenderla.
Os invitamos a echar un vistazo a la lista de accesorios opcionales disponibles, entre los que un posicionador GPS o un transmisor inalámbrico Wi-Fi, además de los conjuntos de conexiones adicionales, ampliarán las posibilidades de uso en función de las distintas necesidades de cada proyecto.
En definitiva, aunando la excelente calidad de imagen, el amplio rango dinámico, la rapidez de operación, el preciso sistema de autofoco, las enormes capacidades de personalización, tanto a través de los distintos accesorios como del extenso menú, hacen de ella una herramienta apta para una gran cantidad de aplicaciones. Rango que se amplía cuando consideramos su capacidad para generar ficheros RAW de 12 bits internamente sin necesidad de ningún dispositivo externo.
Su diseño modular con tamaño y peso contenido, que permiten reducir al mínimo los aditamentos configurándola a medida de las distintas necesidades, amplían sus posibilidades de uso en cabezas calientes, grúas y drones. Al igual que su ubicación en cualquier entorno donde el tamaño y el peso sean condicionantes pero no estemos dispuestos a renunciar a su excelente calidad de imagen.
Si además tenemos en cuenta que su precio es significativamente inferior al de la C700, se convierte en un medio de creación que no sólo nos permite ofrecer unos resultados de una excelente calidad, sino que por coste de inversión podremos ser más competitivos en una gran cantidad de proyectos.