El colorista (I). Mucho más que colores.

Por Carlos Medina, Experto y Asesor en Tecnología Audiovisual
Los técnicos del cine y la televisión van modificando su perfil profesional y sus competencias laborales dependiendo del momento histórico que les ha tocado vivir. Esta afirmación es evidente desde el mismo nacimiento del séptimo arte, pasando por la expansión de los medios de comunicación de masas (mass media), hasta la actualidad, con una comunicación más personalizada e interactiva en un entorno digital.
Quién puede imaginarse lo que tuvo que ir aprendiendo George Méliès (8 de diciembre de 1861 – 21 de enero de 1938), director francés, pionero del cine y de las técnicas de stop trick: las exposiciones múltiples, la cámara rápida, las disoluciones de imágenes y la película en colores. O lo mismo del esfuerzo del equipo de técnicos que acompañó al director canadiense James Cameron (16 de agosto de 1954) en el rodaje de Avatar (2009). Utilizó nuevas técnicas de captura de movimiento y la película fue comercializada para visualizaciones de manera convencional, para proyecciones 3D (usando los formatos RealD 3D, Dolby 3D, XpanD 3D, y IMAX 3D) e, incluso, proyecciones 4D en algunos cines de Corea del Sur.
Estos dos ejemplos son una muestra de lo ocurrido, pero también un resultado. Una dinámica que ha venido impulsada, por una parte, por la propia curiosidad de los autores y técnicos implicados; y por otra, a través de los cambios propiciados por la incorporación de herramientas de trabajo y las nuevas tecnologías aplicadas a la imagen y al sonido. Una nueva cámara, un software más avanzado, un nivel de respuesta diferente de un micrófono, un cambio de procesos y protocolos o incluso la implantación de innovaciones de otros sectores, como, por ejemplo, la tecnología 5G.
En el caso que nos ocupa, el perfil del colorista, es muy evidente. Un nuevo profesional con funciones y responsabilidades muy concretas. Su origen viene del etalonaje.
Con el fin de evidenciar lo rápido de los cambios y la transformación, nos remitimos al diccionario de la RAE como prueba significativa de este hecho. Eta-lonaje, del francés étalonnage (calibración): trabajo de laboratorio en el que se hacen correcciones de luz y color a una película después de su montaje y antes de la copia definitiva.
A las puertas de la cuarta revolución industrial, vemos una serie de términos de otro tiempo como laboratorio, película y copia definitiva. Entonces, ¿qué es un colorista? ¿Qué perfil profesional tiene en la actualidad?
Tras conocer el proceso de primera mano, consultar documentación vigente y conocer la opinión de muchos profesionales que se hacen llamar coloristas, podemos intentar dar forma a esta profesión muy de moda y casi imprescindible en el sector del audiovisual hoy en día.
Un colorista es un técnico artístico que se involucra desde el primer momento en la creación de una obra audiovisual en parámetros de la imagen y la iluminación, para dar como resultado una atmósfera, estética y sensación visual que acompañe a la narrativa cinematográfica/televisiva.
Trabaja en total concordancia con las decisiones y criterios del director/a de la película u obra audiovisual, con los del director/a de fotografía (DoP, siglas en inglés de director of photography) y su equipo de cámara, y con los del departamento de arte.
Por tanto, es conveniente actualizar el desempeño de sus funciones a lo largo de todo el proceso de creación visual en una obra audiovisual. Y no solo en los procesos que están inmersos en la etapa de la post-producción y acabado, como hasta ahora ha sido. Es decir, tenemos que actualizar esa visión clásica y tradicional de la figura del colorista, mucho más que un etalonador.
Con el fin de estar preparados para dar respuesta a la multitud de situaciones, de historias audiovisuales y de entornos productivos en este sector, tenemos que profundizar en los aspectos a tener cuenta, la formación y experiencia desarrollada y las habilidades sociales de un colorista; todo ello de cara al presente y a una permanencia para con el futuro.
En primer lugar, un conocimiento básico interdisciplinar. Nos estamos refiriendo al background de su formación, es decir, entender sobre la naturaleza de la luz, de las propiedades del color, del valor del significado de los colores, de aspectos relacionados con la composición visual, sobre las técnicas de iluminación, la medición y la exposición fotográfica y la importancia de la percepción y la psicología del color. También, aquello relacionado con la visión y percepción de la visión humana y con la formación de la imagen a través de la óptica. Un colorista tiene que tener ciertas inclinaciones creativas, gusto estético y una mente llena de confluencias artísticas provenientes de muchos campos como pueden ser la fotografía, la pintura, el diseño gráfico o el arte, entre otras.
En segundo lugar, el entorno productivo audiovisual. En este sentido incluimos el conocimiento que tiene que tener de las diferentes etapas implicadas en el proceso de hacer un largometraje, una serie de TV o un videoclip, por ejemplo. Este entorno implica conocer los tiempos y plazos de producción, estar al tanto de las tendencias estéticas (directores, publicistas, DoPs, títulos de películas…). Procesos como el telecine, scanners, intermediate digital (ID), material en bruto, material procesado, conformado, masterización de vídeo o DCP (digital cinema package), por citar algunos de ellos.
En este apartado es conveniente saber de la historia de cada uno de los ámbitos de creación: cine, televisión, publicidad, documentales…; qué estéticas, narrativas y movimientos artísticos se han desarrollado en el pasado, qué autores han dejado huella “estética” en el audiovisual. El uso intencionado del blanco y negro, de los virados, del sepia, de gama cromática y/o dominante de color. El resultado visual de una imagen limpia, colorista o, por el contrario, con más ruido (grano), en busca de un “look” determinado.
En tercer lugar, la tecnología y la técnica de vídeo. Todo colorista es potencialmente un técnico. Una ingente cantidad de conceptos, términos y parámetros que se engloban desde los backups, hasta los deliveries, pasando por el workflow según el trabajo a realizar. Valores que afectan a la señal de vídeo tanto analógica como digital, como la amplitud y su medición en IRE; los tipos de señales de vídeo (señal en RGB, señal en componentes de color o señal en compuesto); la creación de contenido audiovisual sobre las tecnologías HDR (high dynamic range), S3D o VR; la ingente cantidad de formatos, codecs y soportes de grabación; las curvas Log y lineal o las distintas normas internacionales sobre los espacios de color, entre otros.
En cuarto lugar, todo colorista tiene que ir adquiriendo capacidades y habilidades sociales para trabajar en equipo, saber comunicar sus sensaciones y punto de vista, saber escuchar y leer entrelíneas lo que quiere el director de la obra audiovisual y, por supuesto, ponerse en el lugar del director de fotografía respecto a sus tomas de decisiones relacionadas con la imagen, el encuadre y la iluminación. En definitiva, salir de su sala – room color -, dejar sus equipos, su trabajo casi en penumbra, su software para coordinar todo el proceso de la imagen y el acabado visual. Esto conlleva hablar con técnicos de muy diferente naturaleza y preparación (DIT de cámara, directores de arte, responsables de vestuario o producción, entre otros).
Y en quinto lugar y último, las herramientas de trabajo. Sin duda, es imprescindible estar al día de los equipos, softwares e instalaciones que componen el “room color”: los monitores de visionado o sistemas de proyección con sus prestaciones técnicas y configuraciones, el software (uno o varios) con el que realizar los cambios sobre el material audiovisual de nuestro cliente, equipos de reproducción y grabación externos y un equipamiento informático de acuerdo al nivel de entorno profesional donde queramos trabajar. También, decidir si queremos una consola externa (panel básico o avanzado) o no.
En la actualidad, tenemos que ser conscientes de las posibilidades que se ofrecen para trabajos colaborativos donde la interacción es posible con cualquier parte del mundo sin salir del confort de tu propia room color.
El colorista sabe que convive con otros profesionales que han asumido la corrección del color en el día a día de su trabajo, como son retocadores de imagen, técnicos/as de efectos visuales, y, sobre todo, operadores/as de edición de vídeo (montaje cinematográfico).
Cada uno de ellos se ha visto envuelto en asumir este proceso de creación y decisión visual sobre la imagen/vídeo resultante debido a la democratización de software específico (algunos gratuitos para cualquier usuario amateur o profesional como DaVinci Resolve de BlackMagic Design) y/o herramientas de control y corrección de color integradas en softwares de retoque, de edición, de composición y de efectos visuales.
Incluso, ya existe una aplicación para realizar simples correcciones de color desde el iPhone o iPad que se denomina ExpressColor, desarrollada por Gamma and Density; especialistas en gestión de color. Esta nueva herramienta cuenta con las tradicionales ruedas de color, con ajustes para las bajas, medias y altas luces (lift/-gamma/gain), además de cientos de presets para que tanto principiantes como profesionales puedan crear rápidamente sus looks.
Por tanto, con el fin clarificar, podemos indicar que tendríamos, por una parte los técnicos que asumen la corrección de color, otros que están preparados para el etalonaje (o gradiente de color) y, por último, la figura del colorista como el profesional que aglutina soluciones, respuestas y propuestas sobre el color y lo visual desde el origen de la obra audiovisual, hasta el material (denominado master de emisión o de exhibición) que llega a los usuarios.
Así, la corrección de color (color correction) se centra en los ajustes de exposición, el contraste, el color y las dominantes dentro del clip de vídeo. Es una modificación básica donde predomina un criterio técnico, lo que también se denomina ajustes primarios. Suelen ser imprescindibles y aplicados siempre al tener finalizado una edición o montaje entre los distintos planos/clips con el fin de conseguir el racord (continuidad visual) necesario para que nuestro audiovisual funcione entre la narrativa propuesta y el espectador.
Color correction son correcciones universales, genéricas y globales porque se aplican al total de la imagen. Se pueden utilizar herramientas como la curva de niveles o las ruedas de color (color wheels), por ejemplo.
El objetivo es obtener una edición o montaje técnicamente correcto, preparado para ser master de emisión/exhibición, sin errores de racord visuales y con un aspecto lo más natural posible. Se identifica claramente con un control de calidad (QC) en aspectos tan concretos como el balance de blancos y la temperatura de color, el posicionamiento en norma de la luminancia y la crominancia y el equilibrio en el contraste.
Y podemos definir de una forma más amplia el etalonaje (gradación de color o color grading) como un proceso creativo más largo, una combinación de ajustes técnicos y estéticos. Permite un trabajo más meticuloso plano a plano. Son imprescindibles los comentarios, las decisiones y el criterio del director de fotografía. Los cambios atienden a esos ajustes primarios ya indicados, más los que denominamos secundarios.
Color grading busca un look determinado pensado para la historia que se quiere mostrar y de acuerdo a la narrativa planteada por el director del audiovisual. Son procesos personalizados, originales e inéditos. Y permiten ajustes que modifican partes de la imagen en un mismo frame o fotograma, la agrupación de planos o secuencias y el acabado final de la edición. Así, en un proceso más complejo donde se aborda el conformado, la composición, el delivers utilizando máscaras, trazados, keyframes, filtros, LUT´s, efectos estáticos y en movimiento, escalados, reencuadres, powergrades, stills, color matches, …entre otros.
Una nueva industria audiovisual empieza a demandar que la imagen en su conjunto tiene el total protagonismo y, por tanto, es imprescindible cuidar el acabado visual desde el origen, hasta la llegada a los espectadores sea cual sea el ámbito de producción: cine, publicidad, vídeo corporativo, independiente, televisión y/o internet. La contratación por parte de la producción de una obra audiovisual determina el cuándo, cómo y quién estará pendiente de estos procesos inmersos en lo visual y la presencia del colorista.
En un primer momento, con la llegada de la posibilidad de escanear el fotograma (material película fotosensible), el nacimiento de ID (intermediate digital) y, ya en la actualidad, con unos procesos perfectamente implantados en el entorno de la imagen electrónica digital (FHD, UHD, 4K hasta 8K) del cine, vídeo y la televisión. Desde la elección de las cámaras y su configuración, hasta los displays de visionado (monitores, televisores y proyectores de vídeo), dejando atrás una etapa con poca definición, con baja respuesta cromática, con poca sensibilidad y niveles altos de ruido.
Tanta preparación, conocimiento y experiencia necesaria nos lleva a mencionar, a modo de listado, las funciones principales del colorista:
– Analizar el guion literario e interpretarlo desde la visión y la gramática del color.
– Trabajar en equipo con el director de la obra audiovisual, el DoP, el equipo de cámara y con departamentos de arte como escenografía, vestuario y maquillaje/peluquería/caracterización para decidir la carta o paleta de colores que va a estar presente en la imagen resultante.
– Proponer una gama cromática, textura y estética visual.
– Activar el mejor workflow desde las decisiones técnicas en la grabación (settings de cámara) pasando por todos los procesos intermedios – como conformado, edición y composición -, hasta la salida en la masterización (formato de vídeo y/o DCP (digital cinema package).
– Coordinar criterios y protocolos (EDL, AFF o XML) con el editor/montador y con todos aquellos departamentos de postproducción que generan contenido visual como puede ser VFX.
– Conocer los procesos de calibración, gestión de color y color managed.
– Manejar software específico de corrección de color (color correction) y de etalonaje (gradación de color o color grading).
– Realizar un trabajo de control de calidad con los ajustes que sean necesarios; siendo en muchas ocasiones un trabajo de arreglar, reparar o corregir el material recibido.
– Favorecer el racord visual.
– Aplicar presets y ajustes de normalización de contenido audiovisual para cine/TV.
– Realizar cambios y modificaciones en aspectos relacionados con la exposición, el contraste, las propiedades del color, dominantes o temperatura de color para favorecer una estética o atmósfera visual determinada.
– Dar como resultado un look y un LUT diferenciadores del resto de contenidos audiovisuales que consume el espectador.
– Generar un master de emisión, exhibición, visionado o distribución de acuerdo al entorno al que va dirigido: cine, televisión, venta directa o internet.
– Cumplir con presupuestos y plazos de entrega marcados por el departamento de producción de la obra audiovisual.
Es significativo indicar que la figura del colorista se ha ido constituyendo por profesionales que vienen de una experiencia profesional anterior distinta: fotógrafos, directores de fotografía, técnicos de vídeo, técnicos de laboratorio fotoquímico – cinematográfico -, técnicos de restauración audiovisual e incluso montadores/editores de cine y vídeo. En la actualidad, ya existen planes de formación y periodos de prácticas en empresas vinculadas únicamente al perfil del colorista.
La tecnología y los fabricantes de equipos y software ya han activado los cambios para que sea posible desde el inicio, es decir desde el propio rodaje, hasta la entrega del master. Han facilitado los procesos que determinan el acabado visual de una obra audiovisual en un entorno completamente digital.
La industria audiovisual tiene que hacer frente a la cuarta revolución industrial de este siglo XXI. Cambios que se avecinan, o que ya se están produciendo en nuestra sociedad, y que no son nada ajenos a los que se enfrenta un colorista, en consonancia a lo que el sector audiovisual le va a ir pidiendo, que es mucho más que colores.