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Transcodificación, la clave para los contenidos online

Transcodificación

El rápido crecimiento de la banda ancha, a la cual accedían 300 millones de hogares del mundo a finales de 2007, ha favorecido la proliferación de sitios con contenidos audiovisuales y la diversificación del mercado del entretenimiento online. El número de websites que ofrecen vídeo no deja de crecer. Las majors del entretenimiento apuestan por la distribución digital de sus contenidos como medio para construir relaciones más cercanas con los usuarios y los contenidos audiovisuales se «embeben» cada vez más a menudo en blogs y redes sociales.
De hecho, el consumo de vídeo online está teniendo un impacto creciente en la forma de ver televisión. Según datos ofrecidos por ComScore, en diciembre 2007, los internautas americanos visionaron 10.000 millones de vídeos en la red. Por supuesto, hay que tener en cuenta que en ese momento las series y shows de más éxito estaban parados a causa de la huelga de guionistas que puso en jaque a la industria durante más de tres meses. Pero no por eso las cifras dejan de ser menos impresionantes.
El ocio audiovisual ya no es lo que era. Y, por descontado, ya no está sólo en el salón. La posibilidad de reproducir contenidos multimedia en diferentes dispositivos, sean o no portátiles, abre nuevas vías en el mercado del entretenimiento. Sin embargo, también plantea nuevos retos que hay que poder encarar. Uno de los más importantes es el transcoding, es decir, el proceso que permite convertir el formato, bitrate y/o resolución de un archivo multimedia a otro.
Ser capaz de producir y servir vídeos en múltiples formatos para diferentes plataformas o de transformar varios formatos en uno solo, comprensible para la mayoría de los consumidores, es esencial para la evolución del mercado multimedia online. Si bien es cierto que existen soluciones «caseras» que realizan ciertas funciones de transcodificación, las empresas de media y los portales especializados demandan soluciones profesionales, que tengan la suficiente escalabilidad para satisfacer sus necesidades y que, además, estén cubiertas en el ámbito de las patentes.

El mercado

Según un estudio realizado a mediados de 2007 por The Pew Internet & Life American Project, el 57% de los usuarios adultos de internet ven o descargan vídeos alguna vez. Sin embargo, este porcentaje se incrementa de forma espectacular cuando hay conexión de banda ancha. Así, el 74% de los usuarios con conexiones rápidas tanto en el trabajo como en casa ven y descargan vídeo habitualmente. El informe también resalta la naturaleza social y viral del vídeo online. El 57% de los usuarios afirma mandar enlaces de vídeo a sus amigos, mientras que el 75% confiesa ver vídeos a partir de los links que les mandan otros.
Este comportamiento favorece el desarrollo de lo que los teóricos de la red llaman The Long Tail, concepto acuñado por Chris Anderson en octubre de 2004 en el Wired Magazine para explicar que el futuro de los negocios en internet está en vender «menos de más».
En este contexto, los proveedores de contenidos buscan rentabilizar su negocio difundiendo sus productos en cuantas más plataformas mejor, aunque éstas tengan pocos usuarios. La cuestión está en hacer que «la cola» (tail) sea cada vez más larga para poder hacerse con un trozo más grande de la jugosa tarta publicitaria de la red, que en 2010 superará los 54.000 millones de euros.
Pero en este proceso se encuentran con un escollo difícil de sortear, que es ser capaces de ofrecer los contenidos en la multitud de formatos que requiere el mercado para poder satisfacer al mayor número de usuarios posible.

Formatos: vídeo a todas horas y en todas partes

Las plataformas de vídeo online como YouTube, DailyMotion o Metacafe han provocado la explosión de contenidos generados por los usuarios (UGC), que se suben a la red en multitud de formatos (por ejemplo, .avi, .mov, real, OGG…) y que hay que «traducir» a otros formatos (.flv, .wmv…) para que sean vistos por la mayoría de internautas independientemente del sistema operativo que utilicen.
A este fenómeno de participación colectiva se suma además la disponibilidad de cada vez más dispositivos que permiten reproducir contenidos multimedia en diferentes lugares, adaptándose a la movilidad creciente de los usuarios. Éstos cada vez tienen menos tiempo y quieren aprovecharlo al máximo. Buscan tener acceso directo al contenido que más les interesa para consumirlo cuando lo desean, donde quieren y de la manera que prefieren. Por ejemplo, en la oficina pueden utilizar el ordenador para visionar vídeos online, pero en el trayecto para volver a casa pueden querer seguir viendo el mismo contenido pero descargado en su iPod o reproductor MP4, en su iPhone o teléfono móvil e incluso en una Play Station Portable (PSP). Lo mismo ocurre en diferentes «tiempos muertos» del día en los que los consumidores pueden echar mano de sus dispositivos portátiles.
Así pues, las ventanas para reproducir un mismo contenido se multiplican, y a la vez, se incrementa el número de formatos en los que éste tiene que estar disponible.
Las cadenas de televisión norteamericanas ya explotan de forma intensiva la rentabilidad de los contenidos multiplataforma ofreciendo la mayoría de sus programas de Primetime en streaming. En España, tanto las cadenas privadas (Telecinco, Antena 3, Cuatro, la Sexta) como las públicas (TVE, TV3…) empiezan a apostar por la multidifusión de sus contenidos.
Además, el móvil, ese aparato que ya nos llevamos a todas partes, también despunta como dispositivo multimedia con capacidad para aunar la clásica función de comunicación con el entretenimiento más sofisticado. El desarrollo de la tecnología 3G o lo que es lo mismo de la banda ancha para móvil (UMTS/HSDPA) le ha dado un nuevo impulso que, a la vez, plantea nuevos retos. Una vez más, la multiplicidad de formatos que requiere la diversidad de terminales existentes dificulta el proceso de publicación de contenidos.
En este escenario, ¿cuál es la forma más eficiente de hacer frente a la variedad de formatos? ¿Qué formatos, códecs, resoluciones y calidades utilizar para satisfacer al mayor número de usuarios? ¿De qué manera conseguir que el proceso, además, sea rentable? La respuesta es: recurriendo al transcoding.

¿Pero, qué es el transcoding?

El transcoding o transcodificación es el proceso por el cual se convierte un archivo multimedia de un formato de transmisión a otro usando diferentes algoritmos. Es una operación absolutamente necesaria para reproducir contenidos audiovisuales en diferentes plataformas o a diferentes calidades para poder satisfacer el mayor número de usuarios. Es, por lo tanto, una parte integral del mercado de los contenidos de vídeo.
El proceso de transcodificación permite tanto la conversión de muchos formatos a uno solo, como en el caso de las plataformas de contenidos generados por el usuario (YouTube y otros), como la transformación de un solo formato a muchos. Éste es el caso de la difusión multiplataforma antes mencionada. En última instancia, también se puede dar el caso de la conversión de muchos formatos a otros muchos, por ejemplo con diferentes calidades.
El proceso implica descodificar y descomprimir un archivo para volver a codificarlo luego en el formato elegido. Pero la variedad de códecs, es decir de algoritmos de compresión-descompresión, disponibles, complica el proceso.  El formato de Microsoft Windows Media Video (WMV) y VC-1 es uno de los más conocidos, pero cada vez se usan más H.264, DivX, On2 VP6 y Sorenson Spark. Además, hay que tener en cuenta la evolución de  Flash, cuya version 9 soporta H.264 y alta definición (HD), así como la aparición de Silverlight, de Microsoft, y la omnipresencia del iTunes de Apple.
A la dificultad de los formatos, hay que añadir el hecho de que los proveedores quieren ofrecer contenido en diferentes calidades dependiendo de si tiene que ser descargado o no y de la velocidad de las redes. En función del uso que se le vaya a dar y de lo potente que sea su sindicación (redistribución a otras plataformas), un vídeo puede transcodificarse docenas de veces.

La transcodificación, clave de la ubicuidad de los contenidos

Las soluciones «caseras» que existen en internet, permiten desarrollar este proceso, pero sólo desde los formatos más habituales y para volúmenes pequeños de contenidos. Son soluciones para salir del paso que tampoco permiten la gestión de colas cuando se acumulan archivos que transcodificar ni el balanceo de cargas para escoger el servidor idóneo desde el que realizar la transcodificación.
Por el contrario el transcoding profesional asegura una priorización correcta de los archivos a transcodificar y una repartición óptima de las cargas del servidor o servidores utilizados, de manera que el proceso no queda comprometido en ningún momento. Además, una solución profesional ofrece escalabilidad, de manera que puede satisfacer la demanda del cliente a medida que sus contenidos crecen. De la misma forma puede ofrecer un producto cerrado de transcodificación tipo software o los servicios de una Red de Distribución de Contenidos (CDN, en inglés), o incluso la combinación de las dos cosas en función de las necesidades del cliente.
En este sentido, es importante distinguir los proveedores dedicados principalmente a la distribución de contenidos en red que han ensamblado diferentes tecnologías para ofrecer este servicio dentro de su portafolio, de los proveedores que cuentan con una plataforma pensada y orientada desde el principio para el streaming y el tratamiento de ficheros multimedia.
De la misma forma, es recomendable asegurarse de que la solución contratada cuenta con todas las patentes necesarias. Como en todo, existen atajos, pero al final, se acaban pagando.

Nueva dimensión

Los medios, que mueven un volumen considerable de archivos, necesitan pues soluciones eficientes y económicas de transcoding que les permitan multiplicar la difusión de sus contenidos. Esta nueva necesidad abre un mercado importante para este tipo de soluciones. Y más teniendo en cuenta las predicciones de crecimiento de los contenidos audiovisuales online que podrían llegar a abarcar los 7.800 Terabytes por día en unos tres años.
Algunas empresas españolas como el diario ADN o el portal de ocio ZED ya ofrecen sus contenidos para varios dispositivos. El mayor reto, sin embargo, se encuentra en el mundo del móvil, donde la variedad de terminales complica aún más, si cabe, el proceso de transcodificación.
Según la International Association for the Wireless Telecommunications Industry (CTIA), en América se usan más de 700 tipos diferentes de terminales móviles lo que representa una enorme dificultad para las compañías de media que tienen que adaptar los vídeos a las diferentes pantallas. También hay que tener en cuenta la calidad del audio, por supuesto. Las grandes compañías han desarrollado reproductores multimedia para móvil y poco a poco se van imponiendo códecs como WMV, ASF, AAC y 3GPP, pero el proceso de transcoding sigue requiriendo servicios profesionales que puedan asegurar su funcionalidad.

Complejidad de las redes

Otro factor a tener en cuenta en la experiencia audiovisual online es la complejidad de las redes. Está claro que la velocidad de conexión es clave para disfrutar del multimedia  online. Cuanta menos banda ancha, más problemas para ver según qué vídeos correctamente. Eso hace que muchas compañías tiendan a la baja resolución para así bajar el peso de los archivos y atraer a una audiencia mayor. Sin embargo, al mismo tiempo, los programas de televisión buscan la mayor calidad. Este tira y afloja aumenta en buena medida las transacciones o procesos de transcoding múltiples.
Desde el punto de vista del móvil pasa lo mismo. Cada compañía tiene su infraestructura para la emisión de vídeo. Algunas redes soportan tecnologías 3G (UMTS o HSDPA) que pueden proporcionar una buena experiencia de vídeo. Pero la mayoría de usuarios tiene terminales GPRS que ofrecen menos calidad. Además, en España la red 3G no tiene cobertura total, por lo cual siempre hay cuellos de botella en los que hay que confiar en la red GSM.
Las experiencias de streaming de vídeo en móviles deberían de adaptarse a las condiciones cambiantes de las redes, lo cual implica que el frame rate del vídeo sea capaz de adaptarse a los imperativos de las redes.

Conclusión

Los expertos lo tienen claro. El transcoding es el reto más importante que los proveedores de contenido tienen ahora mismo sobre la mesa si quieren aprovechar al máximo el potencial económico del crecimiento del vídeo online. El éxito de la multidifusión de sus productos depende en gran medida de la correcta elección de una plataforma de transcoding profesional que les proporcione un servicio eficaz, flexible y seguro con capacidad suficiente para dar respuesta a sus necesidades.